Tres localidades rurales de la Ribagorza aragonesa, Montanuy, Arén y Benabarre, han recuperado este curso 2019-20 la “existencia legal” de sus escuelas al disolverse el CRA, el Colegio Rural Agrupado “Ribagorza Oriental”, del que administrativamente sólo eran “aulas” de una única e imaginaria gran escuela gestionada con un enorme esfuerzo por parte de su claustro y su equipo directivo, debido a su dispersión geográfica y a las diferencias de su alumnado, de sus comunidades y de sus localidades.
Además, con esta reorganización, la escuela de Benabarre se ha ampliado como Centro Público Integrado en el medio rural y se impartirá infantil desde 3 años, primaria y no sólo se mantendrá la ESO hasta 2º, sino que se irá ampliando hasta 4º, con un proyecto propio y un funcionamiento adaptado a su realidad y a sus necesidades lo que puede favorecer el mantenimiento de población en la localidad y en la zona.
Mientras, las escuelas de Montanuy y Arén vuelven a ser escuelas rurales incompletas acogiendo al alumnado desde 2 años, y ya no serán sólo aulas de un centro grande y abstracto sino escuelas tangibles que pueden tener sus proyectos educativos propios y sus programaciones adaptadas a su realidad y a sus necesidades, coordinarse entre si o con otras escuelas en las propuestas e iniciativas comunes, en los recursos, en la gestión de sus servicios… con una mayor autonomía, de forma global y sin tener la obligación de funcionar artificialmente como un único centro imitando a los grandes centros de ciudad con los problemas y dificultades que esa estructura de los CRAs impone en el medio rural.
A partir de ahora serán escuelas que no tendrán que soportar barbaridades como la de escuchar que sus más de sesenta kilómetros de carreteras de montaña llenas de curvas son lo mismo que un pasillo de una escuela grande; que se les “recomiende” que todo el alumnado disperso de todas las aulas esté haciendo la misma actividad el mismo día y a la misma hora de acuerdo a su edad; o que los equipos didácticos deban trabajar separando cursos; lo que no se ajusta a la realidad ni a las necesidades de las pequeñas escuelas incompletas del medio rural.
Es una pena que el Departamento de educación aragonés no haya aprovechado la ocasión para proponer la creación de una zona educativa rural, iniciando en Aragón otra estructura organizativa opcional para las escuelas rurales que quieran probar ese modelo organizativo, un modelo que ya existe desde hace años en otras comunidades y que permite y facilita la autonomía pedagógica, organizativa y de gestión de esos centros y su interacción con su localidad, pero a su vez dando una solución a las supresiones de plazas y a su reabsorción en el territorio, o a los gastos de desplazamiento dentro de la zona para actividades de coordinación y de formación, o al apoyo en la gestión administrativa y del profesorado especialista.
Pero aún así seguro que estas “nuevas” escuelas “de pueblo”, si se organizan, se les permite poner en marcha propuestas innovadoras y se mantiene la continuidad de su profesorado, podrán mejorar su funcionamiento al aumentar su autonomía y al poder integrarse mejor en su localidad y en su realidad, aprovechando las fortalezas y las ventajas que ofrecen las pequeñas escuelas de pueblo, y manteniendo las posibilidades de coordinación con otras escuelas en aquellas cuestiones en las que quieran hacerlo sin estar obligadas a invertir tiempo y energías en las que no lo necesiten.