Hoy tengo poco que contar, hemos estado con búsqueda de palabras y letras en periódicos y construyendo frases, ha venido Eva para francés con Dani y hemos pasado un rato divertido presentándonos en francés, Paz ha estado con el grupo haciendo Educación Física, con Irene hemos estado encargando el material para todas las familias, Dani ha encontrado un saltamontes precioso y el lunes hablaremos en la asamblea de si lo cuidaremos un tiempo,…, pero quería hacer un hueco especial para Uxía por su ilusión en contarnos y enseñarnos la historia de “Rosa caramelo“, su preferida, ya que ha estado desde el miércoles esperando con toda su paciencia el momento de “contagiarnos” con ella. Os dejo con Uxía y con su “Rosa caramelo“, un hermoso cuento de Adela Turín, ilustrado por Nella Bosnia y publicado por Kalandraka que merece la pena:
Gracias Uxía. Y estos son algunos fragmentos de la historia por si no la conoces:
“Había una vez en el país de los elefantes… una manada en que las elefantas eran suaves como el terciopelo, tenían los ojos grandes y brillantes, y la piel de color rosa caramelo.
Todo esto se debía a que, desde el mismo día de su nacimiento, las elefantas sólo comían anémonas y peonías.
[…]Las anémonas y las peonías crecían en un jardincillo vallado. Las elefantitas vivían allí y se pasaban el día jugando entre ellas y comiendo flores.
“ Pequeñas”, decían sus papás, “ tenéis que comeros todas las peonías y no dejar ni sola anémona, o no os haréis tan suaves como vuestras mamás, ni tendréis los ojos grandes y brillantes, y, cuando seáis mayores, ningún guapo elefante querrá casarse con vosotras”.
Desde su jardincito vallado, las elefantitas veían a sus hermanos y a sus primos, todos de un hermoso color gris elefante, que jugaban por la sabana, comían hierba verde, se duchaban en el río, se revolcaban en el lodo y hacían la siesta debajo de los árboles.
Sólo Margarita, entre todas las pequeñas elefantas, no se volvía ni un poquito rosa, por más anémonas y peonias que comiera. Esto ponía muy triste a su mamá elefanta y hacía enfadar a papá elefante.
[…]Y Margarita, cada vez más gris, mordisqueaba unas cuantas anémonas y unas pocas peonías para que sus papás estuvieran contentos. Pero pasó el tiempo, y Margarita no se volvió de color de rosa.
[…]Y un buen día, Margarita, feliz, salió del jardincito vallado. Se quitó los zapatitos, el cuello y el lazo color de rosa. Y se fue a jugar sobre la hierba alta, entre los árboles de frutos exquisitos y en los charcos de barro.
Las otras elefantitas la miraban desde su jardín […] y al quinto día, las elefantitas más valientes empezaron a salir una tras otra del vallado. Y los zapatitos, los cuellos y los bonitos lazos rosas quedaron entre las peonias y las anémonas.
Después de haber jugado en la hierba, de haber probado los riquísimos frutos y de haber comido a la sombra de los grandes árboles, ni una sola elefantita quiso volver nunca jamás a llevar zapatitos, ni a comer peonías o anémonas, ni a vivir dentro de un jardín vallado […]”
Más información del libro: Rosa caramelo en Kalandraka
Rosa caramelo
¡¡¡qué chulo Uxia!!!!
Un besete desde Benasque
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