Sahún, 11-09-2012
Ayer fue el primer día de clase. Ojos de sorpresa, tímidos, nerviosos, intrigados, alegres, espectantes,… entraban en el aula y la exploraban. Tocaban todo, corrían, jugueteaban, se miraban, me miraban. Como una nueva aventura que comienza. Como un viaje hacia lo desconocido. Pero con las ganas y la ilusión de sus pocos años y lo mucho por descubrir.
La escuela estaba patas arriba, las fiestas habían terminado anoche y algunas cosas estaban olvidadas y revueltas entre nuestras paredes, pero no ha habido problema, hemos organizado nuestra alfombra y hemos comenzado la asamblea. Poco a poco nos hemos ido presentando y nos hemos regalado lo que nos gusta: leer, jugar, los pájaros, estudiar, aprender, las plantas,…
Y luego dibujar lo que nos apetecía mientras hablábamos de las normas (respetaremos y cuidaremos el material para poder utilizarlo) y de los rincones; Urko se impacientaba desde sus 5 años y preguntaba cuando podría ir al del ordenador, habrá que esperar a tenerlo preparado; ¿podremos traer libros para la biblioteca?, Aleth, Olatz y Edurne ya tienen guardados algunos; y de los talleres ¿haremos experimentos? Aiçà sonreía ante la propuesta; Teo, con sus tres años, nos enseñaba su monstruo y Nadir, con cuatro años, su vaca…
Luego nos hemos ido de excursión por el camino de Guayente. Nos ha sorprendido la iglesia con sus cabezas vigilándonos desde la portada, y Aritxe ha descubierto que era del s. XVI, pero ¿qué año es ese? Una pista, son números romanos, vale, investigamos y mañana traemos lo que sepamos de la numeración romana.
Juegos de siempre junto al polideportivo: un, dos tres, chocolate inglés y la zapatilla. Quizás no debería haber jugado con tanta entrega porque he acabado con agujetas, pero merecía la pena dejarse atrapar por su magia.
Luego vuelta, moras, Aleth se ha pinchado, qué ricas! el otoño se acerca, llegamos al cole cansadas y comenzamos a pintar nuestros nombres para la mesa, pero Martí termina primero su dibujo, y Dasha acaba deprisa y recoge los rotuladores para jugar un rato; contamos nuestro cuento favorito por los sustos que se dan cuando “aparece” el ogro, Los tres cabritillos traviesos; mañana dirán el abecedario Aleth y Olatz, y a Edurne y a mí nos tocará decirlo hacia atrás; es la hora, recogemos deprisa que vienen a buscarnos, pero Teo no se quiere ir, está superfeliz con la plastilina y las tijeras y no le importaría quedarse solo en la escuela,… La aventura ha comenzado.