La Paz, así, en mayúsculas, parece algo enorme, lejano, abstracto, intangible, algo difícil de abrazar, por eso, ayer, comenzamos a estrujarla y exprimirla para poder apropiarnos de ella y acercarla a nuestro cole.
Comenzamos haciendo dos listas, dos vasijas con las gotas que iban cayendo al hablar de la paz: una con ¿qué es la paz, cómo la vemos? y otra con ¿qué puedo hacer en mi vida cotidiana por la paz?:
Hoy hemos recordado una frase de Gandhi:
“No hay camino para la paz, la paz es el camino“
y nos hemos dado cuenta de que esas cosas que podemos hacer cada día en nuestro entorno serían como pequeños pasos en ese camino ya que, como también señalaba Machado, Antonio, es un camino que “se hace al andar” y hemos escrito cada uno de esos pasos en una huella de pie:
y hemos pensado ponerlas en la subida de la escalera del Ayuntamiento para que otras personas los conozcan; y revisarlos cada noche en casa para ver si, al menos, hemos andado uno de esos pasos cada día y si no hacerlo entonces; y que cada mañana, en el cole, nos contaremos los pasos que andamos el día anterior…
Pero hoy también me he encontrado con la sorpresa del submarino, un juego del GCompris que intentábamos otros años con el alumnado de tercer ciclo de primaria y que nos costaba mucho resolver ya que hay muchas variables interrelacionadas para mover un submarino sin chocar con el barco que viene enfrente, bajar a coger una corona y salir por un hueco que se abre. Y, de repente, Urko, 5 años, me lo enseña y me dice
– Voy a hacerlo que es muy fácil
Y para mi sorpresa, con esa maravillosa facilidad de quien se lanza a probar sin miedo a equivocarse, sólo por el placer de “toquitear” sin preocuparse por los errores, de explorar situaciones nuevas, ha empezado a cliquear sobre unos y otros botones, el submarino ha bajado sin problemas, ha recogido la corona y ha salido por el hueco. Cuánto tenemos que aprender, o recordar, gracias a nuestros niños y niñas!