O de la importancia de las pequeñas cosas.
En nuestras aulas, y sobre todo si son aulas rurales multigrado, a veces nos planteamos mejorar y transformar nuestra práctica docente hacia una escuela más humanista, viva y activa adaptada a nuestra realidad, una escuela en la que estemos más a gusto aprovechando las oportunidades que ofrecen estas aulas con una práctica docente que facilite las relaciones y los aprendizajes y la interacción con el territorio, e invertimos mucho tiempo y grandes energías en propuestas que con el tiempo abandonamos por el esfuerzo que nos suponen y que normalmente imitan a las escuelas graduadas tradicionales.
A mí me ha servido mucho más poner en marcha pequeños cambios cotidianos, los pequeños pasos, que los grandes empeños alejados de nuestra realidad.
Así, queremos quitarnos los libros de texto y cambiarlos por fichas, dejar las unidades didácticas y cambiarlas por pseudoproyectos o pseudosituaciones de aprendizaje, “paisajes educativos”, “clase invertida”… o eliminar para siempre los conflictos en nuestras aulas como si no cumplieran su papel.
Pero esos grandes cambios, supuestamente “innovadores”, para que sean permanentes, dependen de nuestro marco mental y de nuestra mirada sobre la educación y la escuela, sobre su función y sobre nuestro papel en todos los procesos implicados y, aunque sea de forma inconsciente, nos llevan a utilizar unas metodologías, unas formas de hacer, u otras.
Cambiar eso supone mucho tiempo y energía, además de no ser, en muchas ocasiones, más que simples etiquetas que maquillan y esconden la escuela y las metodologías tradicionales de siempre.
Sin embargo, necesitamos mangener esa reflexión permanente sobre nuestra praxis, una reflexión que no termina nunca, pero que merece la pena por el bien de nuestras niñas y niños y por el nuestro.
Para comenzar esa transformación y actualización de nuestra práctica docente, desde otro planteamiento, podemos introducir pequeños cambios diarios que nos ayudarán a dar los primeros pasos en ese camino, aunque en principio no parezcan significativos, pero poco a poco nos ayudarán a otra visión y a otra forma de hacer las cosas más acorde con lo que buscamos alejándonos de lo que no queremos en nuestra aula y en nuestro trabajo y de la “zanahoria” de la innovación.
Por ejemplo, entre otros y de forma desordenada:
- Pararnos habitualmente, respirar, observar y sentir como está nuestro alumnado.
- Estar unos minutos al entrar en el aula sin hacer nada salvo observar y sentir a las niñas y niños.
- Dar las gracias a menudo.
- Organizar las mesas sin formar filas para facilitar la comunicación, las interacciones y la colaboración: en círculo, herradura, islas… con flexibilidad de acuerdo a las circunstancias.
- Preguntar a las niñas y niños y a las familias qué querrían hacer este curso, este trimestre, este mes, esta semana…
- Abrir las aulas al territorio con pequeñas iniciativas para salir a él o para que comience a entrar aportando su riqueza.
- Dedicar al menos 30 minutos semanales a hacer una asamblea para hablar y reflexionar sobre temas y propuestas, cosas que os gustan y cosas que no os gustan de la vida del aula. Para recoger esos contenidos ayuda tener una hoja con esos temas donde puedan ir anotándolos cuando se les ocurran durante la semana. Más info en: https://escuelarural.net/metodologias-activas-recursos-para/
- Dedicar un minuto diario en silencio y con los ojos cerrados a observar con las niñas y niños vuestra respiración, los sonidos del entorno, la situación de vuestro cuerpo… Puede ser al empezar, al terminar o en cualquier cambio de actividad. Se trata de iniciar actividades de atención plena.
- No contestar inmediatamente a las preguntas o quejas. Dar un tiempo y replantear la pregunta a quién nos la hace o a las otras niñas y niños.
- Acordarnos de que nuestra obligación no es llenar cada minuto de la clase con instrucciones y actividades dirigidas.
- Establecer pequeñas rutinas de entrada y salida, como grupo, como personas.
- Dar importancia a las emociones y a los sueños invitando a expresar como se sienten, que soñaron ayer, qué les gusta o les disgusta, qué les produce alegría, tristeza o enfado…
- Dedicar tiempos a actividades que puedan realizar con autonomía y libertad: conferencias, juegos libres, exposiciones de temas que les interesen… individualmente o por pequeños grupos.
- Sonreír más a menudo.
- Pensar que las demás personas siempre hacen las cosas lo mejor que pueden.
- Colocar y cuidar plantas en el aula para hacerla más agradable.
- Tener en el aula nuestro bote de la calma. Más info: https://www.psicoayudainfantil.com/bote-de-la-calma/
- Introducir una comunicación no violenta en el aula. Más info en la Guía breve sobre la Comunicación no violenta de https://www.startthechange.eu/.
Y, si quieres ir más lejos, con menos esfuerzo y organizando todo esto y otras ideas e iniciativas que puedan surgir (más info: https://escuelarural.net/programar-y-evaluar-en-aulas-multigrado/):
- Programar desde las niñas y niños y desde las actividades y no desde y para la burocracia del currículo y de la administración.
- Evaluar el desarrollo de las niñas y niños y su contexto para ayudarles y no para medir o seleccionar los contenidos que se les han transmitido y que deberían haber “adquirido”.
Si se te ocurren otras que te hayan funcionado o que no, puedes dejarlas en los comentarios porque compartiendo ganamos todas. Gracias.