Organizar por áreas o por ámbitos el horario en las aulas rurales o multigrado que trabajan con metodologías activas es absurdo y antipedagógico por la diversidad de edades y las características de estas aulas y sólo obedece a justificaciones burocráticas que luego no se pueden cumplir en la realidad.
En este tipo de aulas es mucho más sencillo y enriquecedor el organizar los horarios por actividades o situaciones de aprendizaje que garanticen el respeto a los ritmos de aprendizaje que establece la LOMLOE y aprovechar la oportundad que ofrecen estas aulas para trabajar globalmente desde la multidisciplinaridad y la internivelaridad.
Este enfoque facilita, como propone Joan Domenech y los principios de la educación lenta, “dedicar el tiempo justo para cada cual y para cada actividad pedagógica”1Domenech Francesch, Joan: “Elogio de la educación lenta”. Ed. Graó. Barcelona. 2009. y respetar los principios del DUA fomentando una educación mucho más humana.
Además, debería ser un horario flexible que se adaptase en cada momento a las circunstancias de las personas y del aula y sus interacciones preveyendo qué hará cada niña o cada niño al terminar las tareas: tiempo personal, juego libre…
Esta forma de organizarse puede crear dificultades por la dispersión de tares que permite por lo que importa establecer rutinas que garanticen momentos puntuales de coordinación coletiva diaria: de entrada, salida, cambio de actividad…
Y, evidentemente tenemos que buscar propuestas que den autonomía tanto individual como por grupos de edad que permitan apoyar a los más peques dedicándoles tiempos concretos.
Un ejemplo de este modelo de horario puede ser el que teníamos en la escuela de Sahún (cliquea en la imagen para ampliarla):
Notas
- 1Domenech Francesch, Joan: “Elogio de la educación lenta”. Ed. Graó. Barcelona. 2009.