Albalate. 11-09-2012
Han entrado solos en el aula, me he mantenido al margen y, desde la distancia he observado sus movimientos. Curiosamente, se han sentado en el mismo sitio que ayer, de forma automática y natural, sin roces, sin enfrentamientos. Les presento a Blanca, la profesora de inglés y me despido hasta la próxima clase.
Me voy hasta la clase de 3º ciclo. Me hubiera gustado otro tipo de organización, agrupamientos más flexibles y dinámicos, sin embargo, el centro ha optado por desdoblar por cursos en matemáticas e ingés. Me quedo en clase con un grupo de 7 niñas y niños de quinto. Unas gotas de magia, aderezadas con un poco de humor, alguna confidencia, algo de complicidad,… Dados, ocas, un compás, una calculadora… anuncian algunas de nuestras herramientas. Nos medimos distintas partes del cuerpo, las relacionamos, hablamos de tipos de números,… nos disparamos. ¡Cuántas ganas por participar! ¡Cuánta curiosidad por desplegar!
¿Qué entendéis por matemáticas? Números, un rollo,una cosa muy difícil, operaciones, medidas, formas, herramientas para solucionar problemas, forma lógica de pensar, una asignatura, una manera de simplificar y explicar las cosas,... Van respondiendo a la vez que se animan sus caras.
¿Dónde están las matemáticas? En los libros, en todos sitios, en lo que mides, en lo que pesas, en el número de tu casa o en el del teléfono, en las tiendas, en las matrículas de los coches, en el calendario,… y en la música, en la arquitectura, en el arte,... nuestro huerto y la naturaleza están llenos de matemáticas que iremos descubriendo. Aquellos ojos están más abiertos que cuando he llegado y la sonrisa más amplia, En casa van a comparar algunas medidas (La altura total y la altura hasta el ombligo, la medida del brazo y la del antebrazo,…) y traerán a clase lo que descubran. ¡Me encantan las sorpresas!– dice Abraham- estoy seguro que en la comparación descubriremos algún secreto-. Les doy las gracias porque hemos sembrado una semilla que si encuentra buenas condiciones florecerá a lo largo del curso.
Vuelvo a mi clase y nos vamos al huerto. Por el camino nos acompaña un perro, unos lo acarician, otros tienen miedo. Los observo, unos protegen a los otros. Javier explica que no hay que tocar a los perros callejeros. – Si no los conoces te pueden morder- dice Aila. – Y además, pueden llevar pulgas- observa Miguel. -Si, yo le he visto una-, afirma Abdulaye. Llegamos donde los tomates, observamos un enorme tomate que se lo está comiendo un caracol, la conversación gira ahora entorno a los caracoles, si tienen o no dientes, de su alimentación, … -¿Me puedo llevar el caracol?- pregunta Eva que acaba de instalarse en el pueblo después de haber vivido hasta ahora en Zaragoza. Otros van cogiendo tomates y explican a otros como cogerlos y cuales hay que coger. -Este no lo cojas que tiene que madurar más, tiene que estar como este-. Nicoleta se ha alejado y va a buscarla Alejandra, cuando hace un descubrimiento: – Aquí hay berenjenas- y se sigue el mismo procedimiento que con los tomates. Nos paramos en las plantas del algodón observamos la espectacularidad de las flores. – Las sembró mi abuelo– explica Miguel. -Aquí hay melones, ¿puedo coger uno?. Cogemos 4 melones, todos quieren llevarlos. Con nuestra cosecha volvemos a la escuela y lo llevamos todo a la cocina, Raúl, el cocinero, les da las gracias con su amplia sonrisa a animando la hazaña de los pequeños.
En clase, repasamos y reflexionamos lo que hemos vivido. Hemos tocado la tierra, hundiendo en ella nuestras raíces, los mayores nos están ayudando para conectar con ella y con la sabiduría popular, poco a poco iremos desplegando nuestras alas para poder volar a por nuestro destino.