Albalate de Cinca. 17-09-2012
Nos vamos organizando. Ya tenemos nombre y logotipo para el grupo clase. Ya están formados los equipos que nos permitirán trabajar de forma cooperativa. Repartidas las responsabilidades. Consensuado las normas de convivencia y los pagos. Nos falta acordar los grandes temas a trabajar, el maestro aportará los suyos y aclarará cuales tenemos como preceptivos. La Clase Multicolor ha nacido como acuerdo unánime de la asamblea y con la participación de todos y cada uno de sus miembros. El propio logotipo ha surgido con la suma de propuestas y aportaciones. Significativos los nombres elegidos para los equipos: Raíces de fuego, Corazón, Alas, como si la clase compartiera la importancia de conectar con la tierra, con la historia, con las gentes que nos precedieró (raíces llenas de energía) y, a la vez, hubiera descubierto la necesidad de sentir lasn propias emociones, de poner en valor los sentimientos, la intuición,… (el corazón), sin conformarnos, puesto que vamos a desplegar nuestras propias alas, explorar sueños,… y volar.Javier está particularmente inquieto, lo verbaliza diciendo que se descontrola y que no puede evitarlo. Hace ruidos para interrumpir cuando hablan los compañeros, los insulta, los amenaza, les acaba golpeando. El maestro habla con él, le da varios consejos, algunos guiños, le da oportunidades de protagonismo y de atención de la clase,… La asamblea le llama la atención, le dice que si no cumple las normas tendrá que abandonar el grupo, que tendrá que irse a la clase de los pequeños hasta que pueda controlarse. Le dan una oportunidad, dos y hasta tres. En la cuarta oportunidad, se produce un amenazador resultado, la clase se divide, la mitad está dispuesta a cumplir el acuerdo y que tenga que irse de clase. Cuesta hacer entender que, tal vez, el acuerdo no se ajustaba a la realidad, que lo habíamos puesto con el ánimo de que el miedo a irse de la clase le ayudara a cumplir las normas pero nadie esperaba que se llegara a esa situación. Ahora, todos estamos atrapados en un callejón sin salida. El grupo necesita cumplir el acuerdo para no quedar desautorizado y, sin embargo, parece que las consecuencias resultan exageradas como respuesta a la actitud del compañero. Empezamos a entender que cuando se ponen pagos, necesitamos que tengan una proporcionalidad con el hecho transgresor y que estemos dispuestos a cumplirlos llegado al caso; además, a la hora de ponerlo resulta fundamental estar calmados, serenos, alejados de las emociones que sentimos ante la conducta inadecuada.
La asamblea le ha vuelto a dar otra oportunidad. Se ha corregido el anterior acuerdo, la siguiente vez que falte de forma grave al respeto de un compañero, se apartará del grupo y permanecerá en la misma clase hasta demostrar, a los ojos de la asamblea, que puede integrarse al grupo. Nombraremos a un pequeño equipo que pueda demostrarlo, haciéndonos ver a los demás y a él mismo, lo que hace bien, lo que nos gusta de él, lo que tiene de bueno, lo que le queremos,… y le daremos otra oportunidad, y otra, y otra,… porque en educación no valen los ultimatums, seguimos aprendiendo a pesar de todo. Lo hemos aprendido en el huerto: si queremos que nuestra planta crezca fuerte y sana, podemos regar, abonar, recargar, quitar malas hierbas, proteger de plagas, poner tutores, orientarla, evitar pisarla,… esperar lo mejor de nuestra planta,… si tiramos de ella con fuerza para que se haga más alta, sólo logramos arrancarla.
Javier da las gracias a los compañeros y en un compromiso sincero dice que no lo hará más. El maestro da las gracias a Javier, juntos, vamos aprendido a convivir con los errores, con menos drama.