Para entrar en clase utilizamos la fórmula de la contraseña, técnica copiada de Mariano Coronas, normalmente se trata de poemas, retahílas, refranes,… este curso hemos incluido como contraseña las tablas de multiplicar y hemos empezado por la del dos, nada original. Antes, hemos jugado a agrupar distintos objetos de dos en dos, rotuladores, botones, chapas, canicas,… jugamos a contar de dos en dos, nos organizamos por parejas, hacemos 2 equipos de la clase, distinguimos pares de nones y seguimos los pasos del aprendizaje, me gusta tal como lo plantea Joselo (interesar, vivenciar, hablar, visualizar, simbolizar, automatizar y transformar).
El primer rato de la mañana ha funcionado de forma fluida, parece que avanzamos y que todos van entendiendo el concepto. A la hora de ir preguntando de forma individual lo hago organizándolos por parejas, también la noticia, la han hecho hoy por parejas. El tono empieza a elevarse. Entiendo que estamos en vísperas de una fiesta que les toca tan de cerca que les alcanza la excitación y no intervengo demasiado, hasta que el tono empieza a ser excesivo y, cuando la fórmula habitual de levantar el brazo no funciona, haciendo un poco de teatro, doy y grito a la vez que golpeo la mesa y, con los brazos en jarras, les digo muy serio que voy a soltar el ogro que hay en mi y se van a enterar. -¡Vais a conocer el maestro con mas mal genio que habéis visto nunca! ¡El que se come a los niños crudos!-. Abdulaye levanta la mano y sin esperar ninguna autorización dice muy convencido: -Tú no puedes hacer de malo-. -¿Por qué?- Le pregunto. -Porque tu no tienes mala leche.- Los 15 asienten con la cabeza la afirmación del compañero. Me tranquilizo con estas palabras, normalmente mantengo la calma y si veo que se necesita energía utilizo el teatro. A pesar de esto, en unas pocas ocasiones me supera la rabia y me sorprendo con algunas reprimendas, que luego reconozco exageradas y fuera de lugar, hasta el punto que en una ocasión Alejandra me dijo que estaría bien que me tomara unas vacaciones, seguramente porque me vio en uno de esos episodios de estrés. Que Abdulaye y con él la clase, me consideraran que no tenía “mala leche” para convertirme en un profe de mal genio, me hace creer que saben diferenciar situaciones y que se quedan con una valoración global de tus actuaciones, separando los momentos puntuales. Les doy las gracias y la clase continua por senderos de tranquilidad.
Creo que el proceso de aprendizaje, en esta ocasión, está siendo eficaz ya que está llegando hasta el último paso, el de la transformación, cuando veo el dibujo de Nicoleta y eso que se trata de una de las que todavía no se sabe la tabla de forma automática si se le pregunta salteada y descontextualizada.
La tabla del 2 y el maestro que no puede ser ogro
Este José Luis Murillo, en vez de ogro es un duendecillo… Te explicas muy bien, José Luis. Me gusta ese tipo de “acta educativa” (aunque la palabra acta no me acabe de gustar en este contexto), en la que relatas lo que sucede en clase; llamémosle “diario”, que queda mejor. Un abrazo
Mariano
La tabla del 2 y el maestro que no puede ser ogro
Este José Luis Murillo, en vez de ogro es un duendecillo… Te explicas muy bien, José Luis. Me gusta ese tipo de “acta educativa” (aunque la palabra acta no me acabe de gustar en este contexto), en la que relatas lo que sucede en clase; llamémosle “diario”, que queda mejor. Un abrazo
Mariano
La tabla del 2 y el maestro que no puede ser ogro
Gracias Mariano, pero estas “actas” las vamos escribiendo al alimón con Miguel mientras otra gente no se anime a contarnos su día a día en el cole. En esta ocasión el duendecillo es Miguel 😉
La tabla del 2 y el maestro que no puede ser ogro
Gracias Mariano, pero estas “actas” las vamos escribiendo al alimón con Miguel mientras otra gente no se anime a contarnos su día a día en el cole. En esta ocasión el duendecillo es Miguel 😉